sábado, 5 de abril de 2014

Biel, las comarcas y los enchufes.

Si algo hace a José Ángel Biel más aborrecible que el estar siempre gobernando, con unos o con otros, pese a tener una porción de votos cada vez más reducidas, es el haber creado unos núcleos de poder en las instituciones comarcales que han devenido intocables, precisamente porque nadie puede gobernar en Aragón sin su apoyo. El hecho de que en todas las partidas presupuestarias de la DGA figuren siempre, siempre, un montón de millones para gastos discreccionales de las comarcas es sencillamente aberrante.

Pero esto es sólo el síntoma de uno de los mayores cánceres que tiene la democracia española. El enchufismo, el amiguismo, el dedazo. Las influencias. Los mejores cargos de la adminsitración nunca serán para los que brillen en las oposiciones, sino para los amigos del que manda. Si el drama de la izquierda es que, de tanto querer igualdad, termine premiando la mediocridad; el drama de la derecha es que, pese a lo que cabría esperar de su liberalismo, tampoco cree en la meritocracia, sino en el enchufe. En la política española todo, o casi todo, es mentira. Y no es de extrañar si la mentira es la lengua oficial del Estado, y lo demás, meros dialectos.

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