Pongo Pilares en mayúscula, como juego de palabras. Han coincidido las fechas con la huelga del transporte público (la antigua TUZSA), después de que el plan del Ayuntamiento (hay untamiento) haya provocado el despido de 153 trabajadores del sector. Esto se entendería si tuvieramos un alcalde del PP, partido que se jacta de poner la productividad por encima de las personas. Lo cual, así dicho, me suena más totalitario o fascioestalinista que verdaderamente liberal. Lo curioso del caso es que tenemos alcalde socialista. Y, para más inri, con apoyo de CHA e IU. Normal que el equipo de gobierno se haya apresurado a arreglar su propio desastre, que en realidad es el desastre para los trabajadores despedidos. Pero ahora no parecen encontrar solución. Es lógico, pues, que se haya respondido con la huelga. Además, hay un sector de zaragozanos lo suficientemente concienciados para no haber cogido el bus ni el tranvía desde el 16 de septiembre, entre los que tengo el honor de poder incluirme.
Sobre las contradicciones de Belloch (y muchas veces de sus socios) ya hemos visto muchos ejemplos. Recordemos el empeño del alcalde en que Escribá de Balaguer tuviera una calle en Zaragoza, aunque finalmente no le dejaron que fuese la muy centrica y comercial General Suerio, debiéndose conformarse con una vía de tránsito en la zona del Portillo. Tumbó después una iniciativa de los propios CHA e IU para retirar el crucifijo que preside el pleno del Ayuntamiento, alinéandose con el PP para ello. Más recientemente, ha concedido (esta vez con apoyo de los grupos de izquierdas que lo sostienen, lo cual es digno de que lo investigue Iker Jiménez), un enorme centro cultural a la asociación REMAR, de carácter confesional y marcadamente conservador, perteneciente a esa rama del protestantismo que suele triunfar en al otro lado del charco, y que poco se parece a la de escandinavia y Europa central. Hemos visto a su portavoz soltar perlas como que si los padres violan a sus hijas igual es porque éstas les provocan, o que la homosexualidad es una grave enfermedad y que hay que someter a tratamiento psiquiátrico a los que la «padecen». Toma progresismo.
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