lunes, 12 de noviembre de 2012

20 años de una infamia

Toñi, Miriam, Desiré: tres nombres que todavía nos duelen.

Contradiciendo a Machado, no siento que me haya helado el corazón alguna de las dos Españas. Pero esto, sí. Yo era un niño, bastante más niño que ellas, aunque eran muy jóvenes. Demasiado para morir. Y menos de aquella manera. En aquel país envuelto en una virtual euforia por la Expo y las olimpiadas, aquel durísimo golpe nos enseñó a vivir con miedo. Eran también los tiempos de la Ruta Destroy, en los que miles de muchachos hacían autostop para ir a discotecas como lo más normal del mundo. Una costumbre que se evaporó tras conocer aquella atrocidad. La discoteca Coolor de Picassent, muy popular en la zona, era a donde se cree que querían ir. Tras el crimen, su clientela también se evaporó. Un pueblo estigmatizado, que a las 24 horas de aparecer los cuerpos, sin haber podido celebrar el funeral, tuvo que aguantar el circo que montó Antena 3 en el teatro municipal, de la mano de Nieves Herrero. En mi vida he leido nada más desagradable que la autopsia del sumario. Inconcebibles las torturas, violaciones y mutilaciones a las que fueron sometidas antes del tiro de gracia, además de otros ensañamientos post-mortem. ¿Que clase de personas pueden hacer una cosa así?.

En estas fechas se suceden los artículos de prensa recordando el terrible crimen, pero también otros datos preocupantes. El principal sospechoso, Antonio Anglés, sigue desaparecido. También dicen que el crimen podría prescribir ahora. ¿Es ajustado a derecho que prescriba un triple crimen contra menores de edad, con tales ensañamientos, a lo que hay que añadir una desaparición forzosa de 75 días? no lo creo. El derecho internacional aporta mecanismos para considerar esta infamia como inprescriptible. Por otra parte, disculpen tan descarada sinceridad, me parece obvio que la investigación tiene enormes lagunas. ¿Como se escapa un criminal rodeado por la Guardia Civil, saltando desde un cuarto piso? lo mínimo que se pudo hacer era un esguince, suficiente para dar al traste con la fuga. ¿Pasó por Cuenca, Madrid y Lisboa, entrando a peluquerías, asaltando chalets y hasta a un agricultor, sin que nadie le echara el guante? pues era el hombre más buscado del momento. ¿Se hizo una reconstrucción de los hechos probados? bah, ¿para qué?, debieron pensar el instructor y el fiscal. Simplemente es la versión que dio Miguel Ricart, el otro imputado y único condenado por el crimen. La cual también parece violar las leyes de la física, porque el trayecto descrito no pudo hacerse en el escaso tiempo que el susodicho había afirmado. ¿Se examinaron y cotejaron las muestras de ADN, que según el informe forense del dr. Frontela y el dr. Carracedo pertenecían a entre 5 y 7 personas que no eran ninguno de los imputados, al menos con el círculo más próximo a Antonio Anglés? pues tampoco, sólo con Ricart. ¡Vaya olvido más tonto! se halló en las ropas de las víctimas un vello rubio púbico que, según el informe morfólogico, podría pertenecer a Miguel Ricart. Sin embargo, el análisis de ADN descartó que fuera de Ricart. Antonio Anglés no era rubio natural, tampoco sus hermanos. Se halló una cana en el cinturón de Desiré, y otras cuatro canas en la ropa. Anglés y Ricart eran veinteañeros y no tenían canas. Sí las tenía un yonqui conocido suyo, Miguel Nicolás Cortona, al que las pruebas de ADN también exculparon. Para el TSJ y el Supremo, no pareció muy relevante. El Supremo, sin motivar su conclusión, consideró "escasamente creible" la participación de otras personas. No pensaba igual la Audiencia Provincial, que si vio posible la participación de otras personas. Así, tal informe figura en el sumario 1/93 B, que todavía sigue abierto. Pero de hacer más pruebas de ADN, nada de nada. Y han pasado más de 15 años desde que se redactó dicho informe. Esta es la "justicia" del Reino de España.

Sea como sea, lo cierto es que no estamos todos. Nos faltan tres. Descansen en paz, donde quiera que estén.

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