El pasado 23 de noviembre uno podía estar orgulloso de los futbolistas. Más concretamente de los del Rayo Vallecano de Madrid. Habían decidido dedicar una parte de su salario a pagar el alquiler a Carmen, una vecina de 85 años de Vallecas que estaba a punto de ser desauciada por la mala cabeza de su hijo, al que había avalado con el inmueble, y el frío rigor del banco de turno.
Pero esta reconciliación del fútbol con la humanidad apenas duró una semana. La mañana del domingo 30 de noviembre nos sorprendía una absurda pelea cuatro horas antes de comenzar un partido entre el Atlético de Madrid y el Deportivo de la Coruña. Aficionados de ambos equipos y también de otros, del Alcorcón, del Sporting de Gijón y también (ay!) del Rayo Vallecano, de la peña Bukaneros (que tanto presumió de solidaria por ayudar a Carmen) se enzarzaron en una batalla campal un domingo a las 8 de la mañana, en el parking de la estación de Madrid Río (junto al río Manzanares) para asombro de los vecinos que no daban crédito a lo que veían. Al parecer llegaron a participar en la macropelea cerca de 200 personas. Uno de los cuales, al que apodan Jimmy, recibió dos golpes en la cabeza antes de ser arrojado al río, por lo que finalmente falleció. No era el tal Jimmy un tipo con muchas luces. Con 43 añazos y padre de dos hijos (pobrecillos) había sido detenido desde 2001 en nueve ocasiones por robos, tráfico de drogas y violencia domñestica. En fin.
Y luego, tener que ver como los máximos responsables del Atlético, Enrique Cerezo y Miguel Ángel Gil Marín, no quisieron tomar en principio ninguna medida resultaba bochornoso. Tras un cuarto de siglo en el que los ultras del Frente Atlético han gozado de gran apoyo institucional y de privilegios por parte del club (empezó en ello el inefable Jesús Gil, padre de Miguel Ángel) pese a lo que ocurrió con Aitor Zabaleta, en este caso más injusto, pues no era ultra ni iba a buscar pelea, aunque los del Frente le sigan insultando relacionandolo con ETA. Por ser vasco y porque rima con su apellido, así de simples son. Al final, la presión les ha obligado a rectificar: el Frente Atlético ha sido deportado del estadio Vicente Calderón.
Lo curioso es que ahora viene una especie de ley del péndulo, que hace que el Real Madrid haya expulsado a 17 socios por un cántico tan archirepetido como el "puta Barça, puta Cataluña) que no deja de ser una necedad en si, pero lo realmente llamativo es que, tras expulsarlos, la Liga de Fútbol Profesional haya expedientado al club pese a todo. Y ahora parece que podrán hasta cerrarse estadios porque unos pocos aficionados entre miles griten cualquier gilipollez. ¿Esto no es demagogia?
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