Se celebraron por fin las elecciones andaluzas y... más o menos, lo mismo de siempre. El voto fue conservador y se aferró al "más vale malo conocido". Tratándose de Andalucía, el voto conservador, obviamente, es el del PSOE. Ni un sólo escaño, ni uno, perdió pasados tres años de paro y corrupción a mansalva. Los mismos 47 que tenía los revalidó. El carisma de Susana Díaz, rostro del lavado de cara del PSOE andaluz, y la empatía que ha podido generar su embarazo han conducido a un resultado implacable. Poco más que decir.
Si recordamos como afectó al PSOE de Felipe González la corrupción indecente de sus dos últimas legislaturas, también con crisis y sobresaltos... obtuvo más votos en 1993 que en 1989 y más votos en 1996 que en 1993, aunque en esta ocasión Aznar consiguió 300.000 votos más. Record de parados, Juan Guerra, Filesa, Roldán, Mariano Rubio, GAL, escuchas ilegales... nada era suficiente para que el PSOE de Felipe perdiera un sólo voto.
El PP se vio más afectado por la corupción en Génova y las impopulares decisiones adoptadas, cayendo de una tajada de 50 diputados a 33, su peor resultado en 24 años. A ello contribuyó, seguramente, la aparición de Ciudadanos, una alternativa liberal aparentemente limpia de corrupción. Sus nueve diputados en Andalucía tienen mucho mérito, aunque parte se lo deben a los absurdos ataques del PP al líder nacional, Albert Rivera, por su condición de catalán. De paso, la formación naranja confirmó que se ha merendado como dos tercios del electorado de UPyD, al que el autoritarismo caudillista de Rosa Díez lleva directo a la desaparición. El abandono de Toni Cantó, Irene Lozano y José Ignacio Prendes hace pensar que la desaparición del partido magenta puede ser prácticamente inmediata. Por su parte, Podemos sacó un resultado ambiguo, aunque seguramente más decepcionante que otra cosa. Los 21 o 22 escaños que esperaban obtener se quedaron en 15. Si que pueden jactarse de haber noqueado a IU, que recibe justo castigo por su seguidismo y permisividad a la corrupción del PSOE. Pasan de 12 a 5 diputados y quizá solo queda señalar que la suma Podemos +IU iguala los 20 diputados que la IU de Anguita, la más auténtica, logró en 1994, record histórico de la izquierda transformadora en la comunidad.
Lo mejor viene ahora, ya que ninguno de los partidos que quedan en la oposición quiere mancharse apoyando al PSOE andaluz, sabiéndose en toda España que es sinónimo de corrupción, y con un montón de elecciones municipales, autonómicas y generales a la vuelta de la esquina. Ciudadanos y Podemos exigen a Susana que se deshaga de Chaves y Griñán, imputados por fraude masivo y con el agua al cuello. Una exigencia durísima para la presidenta en funciones, pues sus predecesores han sido para ella figuras casi paternales. Artur Mas ha sido capaz de hacerlo con Pujol, pero se supone que los catalanes son más fríos y tal. Podemos añade dos exigencias no menos alocadas: una drástica reducción de los cargos nombrados "a dedo" y una ley antideshaucios tan problemática como la reforma agraria que aprobara Escudero en 1983, una ley que suena bastante radical, en la linea de Salvador Allende o Evo Morales. Demasiado para Susana. IU, el amante cornudo y apaleado, dice ahora que no, que no y que no a todo. El PP también dice que votará en contra, pero que se abstendría si el PSOE hiciera lo mismo en las capitales andaluzas para garantizar alcaldías para el PP. Que no es poco, viendo como se le ha ido la pinza a Zoido en Sevilla. Resumiendo, que Susana ya asume la probabilidad de que se repitan elecciones, y las próximas le pueden pillar con el niño en brazos. Pero bueno, podría optar a la mayoría absoluta apelando a su instinto maternal, como otras veces el PSOE utiliza en campaña el conceder derecho a otras mujeres a deshacerse de sus fetos. Paradójico, pero en campaña "todo vale".
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