domingo, 22 de febrero de 2015

La leyenda de los amantes, cosillas

Se aplazó, en esta ocasión, una semana más tarde de lo que sería lógico la celebración del día de los amantes de Teruel (normalmente cae el 14 de febrero, y tal..) seguramente para que los paraísos del carnaval, como Cádiz o Tenerife, no les robaran turistas. Que está la cosa muy mala como para ponerse a competir, así que se aplazó a los días 20 y 21.

Bueno, vamos a la leyenda. No tiene mucho de original: trata de las penalidades que esperaban a cualquier pareja de enamorados que, en pleno medievo, pertenecieran a estratos sociales distintos. ¿Les suena Romeo y Julieta? es una historia del siglo XVI. La de los amantes turolenses es anterior; y por lo demás, viene a ser lo mismo. Lo siento, un punto a favor de los detractores de Shakespeare.

Historias similares habrá en casi cualquier país de Europa. Bueno, ¿y que? Los cantares del Cid, de Roldán y de Los Nibelungos tenían demasiados elementos de las obras de Homero. No se nada del dichoso Seigfried, pero del Roldán francés y de Rodrigo Díaz de Vivar, ningún historiador duda de su existencia (por cierto, hace más de 100 años que se demostró la historicidad de la ciudad de Troya, que en las décadas anteriores a su descubrimiento estaba muy cuestionada). A todo esto, El Señor de los Anillos no deja de ser un intento de Tolkien por dotar a Gran Bretaña de un cantar similar. Nadie se ha creido que semejante disparate sea cierto, pero la historia ha triunfado en cualquier caso.

La historia en cuestión, data de una época medieval, se suele creer que del siglo XIII, aunque algunos la sitúan en el siglo XV. Pues lo típico, un chico y una chica que se aman, pero la chica (Isabel Segura) es de familia pudiente y el chico (Diego Marcilla), un menesteroso. Así que los padres le conceden 5 años para que amase fortunas y se va a hacer la del Cid, o sea, a guerrear contra los moros hasta conseguir el ascenso social. Pues bueno, pasa el tiempo y no consigue volver, así que finalmente lo den por muerto. Por aquello de la costumbre social, los padres de Isabel le imponen casarse con el cacique de Albarracín, Don Pedro de Azagra (La familia Azagra, efectivamente, gobernó la sierra de Albarracín como "estado independiente" desde el siglo XII hasta el XV).

Y total que Diego regresa unas horas después de la boda, ¡que faena! se encuentra con Isabel en un momento muy extraño. Finalmente le pide un beso, pero Isabel, muy pudorosa, le dice que no puede ser, que es una mujer casada. Diego muere de dolor. Al día siguiente, durante su funeral, Isabel decide, de manera espontánea, darle a Diego (a su cadáver) el beso que le negó en vida, y acto seguido muere.

Que bonito, vaya. Para el siglo XIX, llegada una época más liberal, se popularizó el dicho de "Los amantes de Teruel, tonta ella y tonto él". Las supuestas momias de los protagonistas de la historia se hallaron en el año 1555, en la Iglesia de San Pedro de la capital turolense. Cierto que es una especulación, pero bueno, allí había enterrados un hombre y una mujer, presumiblemente jóvenes. ¿Para que más pruebas? Con motivo del IV centenario del hallazgo, a partir de 1955, el ayuntamiento decide pulir más la historia de cara al turismo, ese fenómeno que va cobrando cada vez más importancia. Así, decide cunstruir en la iglesia dos sarcófagos, para albergar los esqueletos, con fermosas esculturas que representen a los mozos. Así comienza la campaña de marketing definitiva, que culminará con las escenificaciones teatrales de cada febrero y la conversión de Teruel en la "Capital del amor".

¿Que igual es una "estafa histórica"? pero venga, como si muchas otras ciudades no las tuvieran... En cualquier caso, da más grima lo de Bélmez, por citar un ejemplo.

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